Vivimos tiempos de incertidumbre. También de solidaridad y esperanza. Desde que el COVID-19 irrumpiera en nuestras vidas, el mundo se paró en seco. Empezó a asaltarnos el miedo, la duda, la inquietud por no saber qué pasará después, dando paso a una reinvención de nuestras vidas y nuestras costumbres. En casa Ankelba no iba a ser menos.

Durante el mes que hemos pasado de confinamiento, no hemos descansado ni un solo día por garantizar el bienestar de nuestros niños y niñas y sus familias. En casa Ankelba se sigue trabajando a diario, manteniendo el contacto con la Administración del país. Una vez a la semana, las familias de los menores que están en el programa de día pasan a recoger víveres y material de aseo y sanitario. Asimismo, se instaló un grifo para garantizar la higiene y hacer frente a otras muchas preocupaciones con las que  nuestros niños y niñas tienen que convivir a diario como el sarampión, tifus, malaria, sida y, la más importante de todas, el hambre.

 

Nuestros niños mayores internos siguen con su rutina en casa. Ahora tienen más tiempo libre y, coordinados por Tafese, el mayor de nuestros niños, ayudan con las labores de limpieza y arreglo del jardín.

 

 

 

A diferencia de España, las clases de casa Ankelba no pueden ser interactivas, así que el curso está completamente parado y no se sabe aún lo que pasará. Sin embargo, nuestros niños no desisten en su afán de aprender y mantienen a diario sus clases de inglés, español y matemáticas.

 

La preocupación es cada vez mayor por el resto de familias a las que no se les puede dar cobertura, confinados en casitas de adobe, de 4/6 metros cuadrados donde toda la familia duerme en el mismo cuarto y no tienen reservas para sobrevivir. Actualmente, desde Ambessa damos cobertura de manera excepcional a 250 familias. Se ha realizado un envío desde España con 1.000 mascarillas y 1.000 guantes para intentar proteger al máximo la salud de todas nuestras familias y poblado.

Sumado a esto, continuamos a la espera de saber qué posibilidades hay de poder desarrollar el voluntariado como cada año. Al estar los países cerrados, no sabemos cuándo se podrá retomar.

 

Ahora llegan tiempos duros a casa Ankelba, pero sabemos que nos levantaremos de esta, mucho más fuertes. Y esa es una lección que aprendemos de nuestros niños y niñas: las ganas de vivir, de superarse, el amor por las pequeñas cosas. Ese amor es capaz de salvar el mundo.

 

Juntos podemos.

TODOS SOMOS AMBESSA.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *